Tradicionalmente, las tendencias del diseño gráfico deben poseer una función común más o menos clara: comunicar. Como bien sabemos, el código para establecer una comunicación efectiva variará radicalmente dependiendo del emisor y el receptor del que se trate.
Apoyando esta idea, a lo largo de la historia del diseño gráfico se han ido articulando una serie de normas y conceptos clave para conseguir el mayor acercamiento a este objetivo. Conocer el código para articularlo de manera clara y directa ha sido, durante mucho tiempo, el principal foco de diseñadores de todo el mundo.
Sin embargo, de un tiempo para acá, se han desarrollado una serie de tendencias conceptuales y estéticas que buscan tergiversar el mensaje de un modo intencionado. Prácticas que buscan transmitir conceptos tradicionalmente repudiados, como podrían ser lo amateur, lo obvio, lo que no tiene conexión aparente…
Esta tendencia de diseño gráfico viene en un contexto bastante particular, coincidiendo con la resaca tras el boom de las tecnologías de la información y el desarrollo exponencial de las múltiples realidades que ofrece la vida virtual (redes sociales, foros de opinión, videojuegos que funcionan como comunidades…). Es tal la cantidad de información visual que digerimos a lo largo del día que, probablemente, solo lo disonante puede causarnos algún tipo de reacción.
¿Por qué está en tendencia el diseño gráfico feo e ilegible?
Primero hay que dejar claro que cuando hablamos tendencias del diseño gráfico “feo” o “ilegible”, nos referimos al trabajo de los diseñadores que pretenden hacerlo así. No a quien lo hace así por no tener los conocimientos o el gusto estético. Hay un abismo entre estos dos casos, y a continuación vamos a intentar explicar porqué.
Es posible que te hayas dado cuenta de que, desde un tiempo hasta ahora, pareciera que se están normalizando paulatinamente una serie de tendencias del diseño gráfico algo excéntricas, o poco ortodoxas. Prácticas como:
- El uso de tipografías sin gusto estético aparente, que además pueden ser modificadas para dificultar su legibilidad.
- La utilización de imágenes fotográficas o ilustraciones de aparente baja calidad, o incluso en el rango de lo cutre.
- Combinaciones cromáticas estridentes, propias de un niño empezando a usar el paint.
- Uso de retículas extremadamente tergiversadas, que dificultan la lectura. O directamente el no uso de retícula.
¿Acaso se ha convertido el diseño gráfico en el campo de juego de un atajo de locos? ¿Nos están tomando el pelo? ¿El agua ya no hierve a 100 grados?
No hace falta que nadie se eche las manos a la cabeza, ni que se busquen aliados para la reconquista de la razón. Todo esto tiene un sentido y si no lo conoces, no lo entenderás y seguro que no podrás apreciarlo.
La ley del péndulo: de la razón a la diversión
Esto no es nuevo, una generación crece y se desarrolla en un caldo de cultivo determinado, y es ya un clásico que la generación siguiente responde negando y pretendiendo romper con los valores de sus progenitores, y así sucesivamente, hasta que un meteorito se cargue tanto a unos como a otros.
Este mismo concepto de vaivén rupturista es un signo evidente a lo largo de la historia del arte occidental. Solo hay que mirar la características de los grandes períodos: la perfección áurea a la que se llegó ya en la antigüedad clásica, dio paso a la desproporción y expresividad del románico. Tras la oscuridad y robustez en la arquitectura románica, vino la luz y la sutilidad en el gótico…
Por tanto, es perfectamente normal que las nuevas (y no tan nuevas) hornadas de diseñadores, articulen una respuesta conceptual y estética ante la normalización dictatorial de lo conocido como correcto (el estilo tipográfico internacional, el diseño minimalista, el cuidado total de la calidad en presentación y acabados, etcétera). Digamos que lo instaurado acaba aburriendo.
Cuestión de óptica
Hoy en día es muy normal, incluso rancio, ver a alguien con una cresta de colores o una mujer rapada, pero hace unas sólo unas décadas esto provocaba indignación en el grueso de la población. Lo mismo pasa con las tendencias en diseño gráfico.
Si te parece que no lo hacen bien, límpiate las gafas, que es posible que empiecen a tener polvo.
Por muy agresivas y rupturistas que parezcan estas nuevas corrientes, estamos convencidos de que no pretenden negar las tradicionalmente conocidas como buenas prácticas de diseño (jerarquizar textos, hacerlos bien legibles, respetar proporciones y márgenes…) si no más bien llevarlo a sus límites, una búsqueda de tener la posibilidad de negarlo todo.
Se trata de un grito más contra la dictadura de lo usable, contra el buen gusto y lo políticamente correcto.
Tiempos nuevos, tiempos salvajes.