Continuamos con la serie de posts sobre diseñar con tipografías o de diseño tipográfico. Éste es el segundo capítulo, podéis leerla si es que os perdisteis la primera entrega. Sin más dilación, vamos a ver los mayores problemas que hacen que actualmente un gran porcentaje del uso de tipografías sea un caos y un drama visual para cualquier diseñador gráfico.
Elegir una tipografía para diseñar
La elección de la tipografía adecuada para un proyecto puede ser una puerta a través de la cual llegar a un laberinto de posibilidades en el que será muy fácil perderte. Sobre todo si no tienes un conocimiento previo de lo que haces. Para realizar un buen diseño tipográfico, muchas veces dejarse llevarse por la intuición funciona, pero no es fiable para todo el mundo dejarse llevar por la intuición (esto es extrapolable a muchos aspectos de la vida).
Hay muchísimas fundiciones tipográficas con muchísimas tipografías distintas cada una. Además, el uso de cada tipografía transmitirá un mensaje u otro en función del contexto que se utilice. Por lo tanto, las posibilidades del diseño tipográfico se van multiplicando exponencialmente.
Como comentaba en la primera parte de esta serie de posts, una misma palabra escrita con una u otra tipografía va a transmitir ideas muy distintas. Del mismo modo, una misma tipografía se verá influenciada por su contexto. Parece algo muy básico, pero es clave tenerlo en cuenta a la hora de realizar un diseño tipográfico. Los valores que transmitirá una tipografía variarán en función del medio en que se halle, el tamaño al que se reproduzca, qué elementos hay a su alrededor… todo puede interferir en su lectura.
Sobre el mal uso de la tipografía
Mucho se ha hablado y se habla sobre la Comic Sans, la Papyrus o la Lobster entre otras. Nosotros pensamos que (generalmente) no se debe hablar de tipografías malas, si no, fuera de contexto y sobre-utilizadas.
Es muy fácil acabar empachado con este tipo de tipografías que tienen características tan reconocibles. Para cualquier persona que esté empezando a realizar trabajos de diseño tipográfico, un buen consejo puede ser que no use tipografías con una personalidad muy marcada a no ser que su uso esté muy justificado. Y, aún así, siempre aconsejamos tratar de reducir su uso a situaciones muy concretas.
Para bloques de texto corrido o para textos que se vayan a leer a un tamaño muy reducido vamos a apostar por tipografías más sobrias, en las que la legibilidad esté por encima de las ideas que se quieren transmitir.
El uso de las tipografías y la falta de conocimiento
Muchas veces nos preguntamos por qué pareciendo tan básicas este tipo de cosas, es tan fácil encontrarse por la calle con diseños tipográficos que bien podrían clasificarse como obras de arte naíf.
Es cierto que, en el ámbito del diseño, existe una tónica generalizada de poca profesionalidad, de diseño sin cabeza, y como norma general, se hace un uso tipográfico inadecuado.
Esto se puede deber en gran medida a la democratización del oficio del diseño surgida del cambio de herramientas a raíz del boom informático. Como ya sabemos, actualmente es muy fácil tener acceso a cualquier programa que se utilice para diseñar. Es ingente la calidad de información técnica que circula en las redes, en forma de videotutoriales, blogs, foros de soporte… Esto es magnífico, a nadie se le podría ocurrir hace tan solo 50 años que algo así pudiera suceder: toda una comunidad de millones de usuarios compartiendo contenido y saber hacer. Algo verdaderamente utópico. Sin embargo, esto tiene sus luces y sus sombras.
La naturaleza de los conocimientos que se comparten es en gran porcentaje técnico, y en mucha menor medida conceptual. En otras palabras, es muy fácil encontrar respuestas sobre cómo hacer algo, y muy difícil encontrar espacio para el porqué. Es una verdadera pena que no se utilice este momento para crear también una red de pensamiento en igual medida. No olvidemos que diseñar es pensar, si tomamos el diseño en sus estamentos más básicos como una solución a un problema.
Estas circunstancias, por tanto, son las que fomentan que se desprofesionalice el oficio del diseño y el trabajo con la imagen en general. Cualquiera puede descargar una tipografía y usarla para cualquier cosa. Sin miramientos.