Hoy en día, si hay algo que tenemos claro es la falta de claridad. Vivimos en la era de la imagen. Hoy cualquier persona que te cruces por la calle lleva una cámara de fotos en el bolsillo, casi siempre integrada en el móvil. Esto era inimaginable hace sólo un siglo.
Consumimos imágenes, hemos dejado de mirarlas. Erik Kessels reflexiona sobre esto en su obra. Es muy interesante descubrir que, actualmente, vemos más imágenes en menos de un día que una persona del siglo XIX a lo largo de toda su vida. Es un momento sin precedentes.
Maximalismo, una tendencia de diseño profética
Ya a finales de los años 70 surgían corrientes artísticas que promulgaban una puesta en valor del exceso. El realismo histérico en literatura o la nueva complejidad en la música británica son movimientos que buscan un gran nivel de detalles, o de correlación de estratos internos.
No obstante, se podría decir que el maximalismo es la corriente que de manera más evidente se opone a la racionalidad del minimalismo surgido en la postguerra. Sustituyendo el lema “Menos es más” de Mies van der Rohe por un gran “Más es más” o “Más es mejor”.
El maximalismo es un movimiento artístico que enmarcamos en la postmodernidad, con la explosión que éste supuso en todos los ámbitos. Podríamos decir que hoy vivimos en la resaca de todo esto. El lenguaje hipertextual es el día a día de abuelos y abuelas reenviando imágenes, noticias, vídeos… Estamos inmersos en el “éxtasis de la comunicación” que diría Baudrillard. Llegados a este punto ¿cuáles son las decisiones de diseño gráfico más sensatas?
Llevamos años viendo cómo el maximalismo (visto como corriente estética y sin profundizar en su base teórica) va y viene en forma de corriente estética. Lo hace de manera pendular e inversa a su contrario minimalismo. Como ya hemos planteado anteriormente, en diseño gráfico no hay verdades absolutas, no hay que dejarse llevar por el brillo puntual de una tendencia. Hay que entender qué tenemos que hacer y encontrar la mejor forma de hacerlo.
¿El diseño gráfico debería vivir la misma realidad que nosotros?
He aquí la pregunta del millón. No es fácil de responder, además nosotros no queremos sentar cátedra. Es evidente que la digitalización de la realidad, el sobredesarrollo de la tecnologías de la información, y la hiperconectividad que vivimos, son temas sobre los que reflexionar y que forman parte inherente de nuestro día a día. Sin embargo, tenemos que tener muy claro en qué terreno andamos.
Creo que lo primero que deberíamos hacer es trazar una línea entre diseño y arte, o mejor dicho ente diseño gráfico y artes plásticas. Esta línea debe ser muy fina y difusa, pero la necesitamos para poder ordenar nuestras ideas:
- A priori, el diseñador gráfico debería dar solución a un problema, entablar una comunicación efectiva entre un emisor (suele ser su cliente) y el receptor (que suele ser el target del cliente). Hace llegar un mensaje de manera clara.
- En el arte todo esto puede ser mucho menos objetivo. El mensaje que transmite un artista no necesariamente está dictado por su cliente, y no tiene por qué tener un público definido. No obstante, el trabajo de un artista tiene como mínimo tanto interés o más que el del diseñador.
Estas son definiciones muy rápidas y burdas, pero efectivas.
En palabras del mismo Cruz Novillo: El diseñador es un arquero que lanza la flecha con el propósito de acertar en el centro de la diana. El artista en cambio lanza la flecha y, en el lugar donde se ha clavado, pinta la diana.
Un diseñador podría llegar a la conclusión de que la mejor forma de transmitir el mensaje de su diseño es a través de una gráfica maximalista, inundada de información visual y con gran potencia visual. También debería haber sopesado hacerlo utilizando la cantidad de información justamente necesaria, dejando aire visual y transmitiendo sosiego. El quid de la cuestión está en saber qué recurso utilizar en cada momento.
La voz del artista debería ser propia. El artista debería actuar como creador de mensaje; también puede actuar como catalizador. Usa la realidad y la deglute. No obstante, la voz del diseñador se convierte en la voz de su cliente, aunque muchas veces sea el cliente quien quiera vestirse con la misma personalidad que el diseñador.
Adoré este artículo. Cuando la mayoría de personas creen que el diseño es una disciplina para hacer marcas muchos olvidan que realmente es una herramienta para crear cultura. Nos enamoramos de las marcas a través del diseño, pero antes que eso, el Diseño Gráfico influencia hasta la música y la moda.
Gracias por tu comentario Carola. Totalmente de acuerdo con lo que añades. Un saludo.
Muy interesante
Estoy trabajando en un estudio de diseño gráfico. Me parece muy interesante el punto de vista que has dado sobre que el artista puede realizar sus trabajos sin tener en cuenta el cliente, pero que le diseñador debe complacer a un público objetivo.
Lo minimalista es siempre muy productivo. Gran post