Del pixelar al pensar: por qué ya no basta con saber usar Figma
En esta era digital, el ascenso de las habilidades blandas, soft skills (ahora rebautizadas como power skills por el departamento de marketing de alguien) nos obliga a reflexionar. El mundo laboral cambia más rápido que las tendencias en Pinterest, y en waka sabemos que cada proyecto es un lienzo que exige mucho más que técnica pura.
Pero seamos brutalmente honestos: ¿es este cambio de nombre una simple operación de restyling o refleja una verdadera transformación? Y más importante aún, ¿son estas habilidades realmente tan fundamentales como nos las venden? ¿O sirven de fachada en un mercado laboral que no siempre practica lo que predica?
Del boceto a la estrategia: breve historia de las soft skills del futuro
Las habilidades blandas —comunicación, trabajo en equipo, empatía, resolución de problemas— siempre han sido valiosas, pero su reconocimiento formal es relativamente reciente. Tradicionalmente, la priorización se inclinaba hacia las hard skills: dominar Illustrator, entender la teoría del color, manejar la tipografía con maestría. Valorábamos al diseñador por su capacidad para pixelar, para materializar visualmente una idea. Las habilidades blandas eran vistas como ‘un extra’, algo deseable pero no indispensable (como una buena elección tipográfica secundaria: bonita, pero no esencial).
El término «soft skills» tiene sus raíces en los años 60, cuando el ejército estadounidense empezó a utilizarlo para referirse a habilidades no relacionadas con el manejo de maquinaria, sino con el comportamiento humano: liderazgo, comunicación, gestión del estrés. Reconocieron que la pericia técnica no bastaba; la capacidad de trabajar en equipo era igualmente crucial. En nuestro mundo, una marca o campaña brillante no surge solo de un diseño impecable, sino de la capacidad del equipo para idear, colaborar y ejecutar bajo presión.
Con la globalización y la automatización, las empresas comprendieron que el éxito no dependía únicamente de la capacidad técnica. La colaboración efectiva, la adaptabilidad y la inteligencia emocional se convirtieron en diferenciadores clave. Las soft skills pasaron de ser secundarias a fundamentales.
La evolución: de soft skills a power skills
¿Son el mismo color con otro matiz?
En esencia, las habilidades son las mismas pero la denominación refleja una evolución crucial en cómo las percibimos. El cambio ganó tracción a mediados de la década de 2010, cuando la palabra «soft» empezó a sonar a ‘accesorio’ cuando la realidad demostraba lo contrario.
En el diseño, un excelente técnico sin capacidad de comunicar su visión, o trabajar en equipo, es como un píxel sin contexto: aislado y con impacto limitado.
El prefijo «power» busca transmitir:
- Impacto real: estas habilidades no son ‘bonitas de tener’, sino fundamentales para influir y transformar. Son la estrategia detrás de cada pieza visual.
- Capacidad transformadora: tienen el poder de convertir equipos y proyectos, generando valor tangible que trasciende la mera ejecución.
- Control creativo: dominarlas te empodera para navegar la complejidad y adaptarte al futuro, más allá de la herramienta que uses.
Este cambio refleja mayor madurez en la comprensión del capital humano. Ya no se trata solo de qué sabes hacer (hard skills), sino de cómo te relacionas, te adaptas y lideras (power skills).
El dilema actual de las power skills: ¿fundamento o fachada?
Cuando las empresas predican transparencia pero ocultan sus tarifas en letra pequeña.
No tengo dudas: las power skills son absolutamente cruciales. La capacidad de comunicarse efectivamente, la inteligencia emocional para manejar conflictos, la creatividad para innovar son cualidades que impulsan el éxito. En un estudio de diseño como el nuestro, estas habilidades son la tipografía invisible que define la legibilidad del equipo y la paleta emocional que guía la relación con el cliente. Perdonad que me haya puesto poética ;P.
Sin embargo, aquí surge mi escepticismo. Las ofertas de empleo están repletas de requisitos de power skills:
- Comunicación efectiva: fundamental para defender una propuesta o entender un briefing.
- Trabajo en equipo: imprescindible para que creativos, estrategas y desarrolladores trabajen en sinergia.
- Pensamiento crítico: clave para no caer en la autocomplacencia y saber cuándo un diseño no va a funcionar.
- Adaptabilidad: vital cuando las tendencias cambian a la velocidad de un scroll.
- Liderazgo: el diseñador que inspira con su visión, no solo ejecuta.
- Inteligencia emocional: manejar feedback complicado sin perder la calma.
- Creatividad: el oxígeno de cualquier agencia.
- Resiliencia: cuando la décima propuesta de logo sigue sin convencer.
- …
La pregunta es: ¿hasta qué punto son exigencias genuinas o simplemente escaparate para atraer talento?
Mi observación: una vez dentro de muchas organizaciones, el ambiente dista de ser un oasis donde las power skills florecen. La realidad puede ser ritmo frenético, estructuras rígidas que coartan la iniciativa o culturas que premian la ejecución ciega sobre el pensamiento crítico. ¿Dónde queda la proactividad creativa si cada píxel debe ser aprobado por diez personas?
El espejismo del feedback en soft skills
Cuando la forma no sigue al fondo
Un aspecto especialmente frustrante es la desconexión entre lo que se evalúa en entrevistas y el feedback posterior. Tras procesos donde se examina intensamente la comunicación, el trabajo en equipo o la resolución de conflictos, es común recibir un genérico: «Hemos decidido avanzar con otro candidato que se ajusta mejor al perfil».
Si las power skills son tan importantes, ¿por qué el feedback no las refleja? En diseño, no entregaríamos un proyecto con un «se ve bien» sin justificar cada elemento. ¿Por qué en selección de talento sí? La técnica sándwich (intercalar crítica entre comentarios positivos) se enseña como forma empática de dar feedback, pero rara vez se aplica en procesos de selección. Es como entregar un logo sin manual de marca que explique su uso.
El método STAR (Situación, Tarea, Acción, Resultado) se usa para evaluar soft skills, pidiendo a candidatos narrar experiencias concretas. Paradójicamente, las empresas que exigen estructurar respuestas con STAR raramente emplean ese rigor para justificar decisiones.
Si las empresas no aplican las habilidades que piden, ¿qué mensaje envían sobre la autenticidad de sus valores?
La resiliencia y las power skills: ¿eufemismo para la explotación creativa?
Cuando el sprint se vuelve maratón perpetuo. Un ejemplo preocupante es el de la resiliencia. Esta habilidad vital se ha convertido en requisito casi universal. Pero ¿es búsqueda de fortaleza mental o justificación sutil para condiciones laborales precarias? A menudo, la resiliencia parece tapadera para la falta de gestión adecuada. En lugar de abordar deadlines imposibles o revisiones interminables, se espera que el diseñador sea lo suficientemente ‘resiliente’ para soportarlo, trasnochando y sacrificando bienestar personal. La resiliencia deja de ser empoderamiento para convertirse en herramienta de aguante.
¿Pueden las power skills ocultar carencias técnicas?
El diseñador con labia. Una exhibición fuerte de power skills puede, en ocasiones, encubrir deficiencias técnicas. Un candidato con carisma arrollador y comunicación impecable puede impresionar, incluso si su dominio del software, conocimiento de retícula u ojo para el detalle no son sobresalientes.
Lo llamamos ‘el diseñador con labia’. Sabe vender muy bien una idea, pero el craft detrás cojea.
Las power skills son cruciales, pero debe existir equilibrio. Una capacidad sobresaliente para ‘venderse’ no puede sustituir conocimiento y experiencia práctica en el corazón del puesto: crear soluciones visuales efectivas. En branding, una estrategia brillante necesita de una ejecución visual impecable.
El desafío de la autenticidad en las soft skills
Las power skills son el motor de la innovación y adaptabilidad del siglo XXI. Su revalorización es positiva hacia un modelo laboral más humano. Sin embargo, es fundamental que las empresas practiquen lo que predican. No basta incluir power skills en ofertas de empleo; es imperativo crear ambientes donde puedan florecer genuinamente. Esto implica cultura de colaboración, comunicación abierta y respeto por el bienestar. La resiliencia debe ser fortaleza para superar desafíos reales, no excusa para la sobrecarga. Como en buen diseño, la forma y la función deben ir de la mano.
Mirando al futuro: soft skills y power skills en la era de la IA
Del pensamiento crítico al diseño de experiencias humanas. ¿Hasta dónde llegará esta evolución? Con la irrupción de la IA redefiniendo qué habilidades son ‘duras’ y cuáles ‘blandas’, las capacidades humanas como creatividad genuina, pensamiento crítico estratégico, ética en diseño y capacidad de narrar historias impactantes se volverán aún más indispensables.
Es posible que no hablemos de ‘soft‘ o ‘power‘ skills, sino de ‘habilidades humanas’ o ‘habilidades esenciales para la era IA’. En el mundo del diseño, éstas serán nuestra marca personal e intransferible. El reto no es solo identificarlas, sino vivirlas auténticamente en cada briefing, en cada propuesta, en cada entrega. Porque al final, diseñamos para humanos, no para algoritmos.