Panadarío: rebranding "integral" para un obrador muy artesanal.
- Rebranding
- Logotipo
- Id. visual
- Sistema de diseño
- Id. verbal
- Packaging
- Diseño UI
- Ecommerce
Briefing del proyecto
Panadarío llegó a nosotros con algo que muchas marcas persiguen pero pocas consiguen: autenticidad real. Darío, el fundador, había descubierto el oficio del pan casi por casualidad, y desde entonces había construido un proyecto guiado por la pasión y la obsesión por los detalles. Un obrador donde todo se hace desde cero, sin atajos ni productos precocinados, con una exigencia técnica que roza lo obsesivo.
El reto era precisamente ese: cómo crear una identidad de marca para un negocio genuinamente artesano sin caer en la impostura visual de lo “artesanal”. Porque el sector de la panadería está plagado de marcas que presumen de ser artesanas usando los mismos códigos estéticos gastados: tipografías desgastadas, texturas de papel kraft, sellos vintage y mensajes del tipo “hecho a mano con amor”.
Queríamos crear una marca que respirara artesanía sin necesidad de gritarlo, que transmitiera excelencia sin artificios, y que conectara con personas que valoran la autenticidad por encima del postureo.


Trabajo de campo: desenmascarando lo falso artesano
Antes de empezar a diseñar, nos fuimos a la calle. Visitamos diversas de panaderías en Madrid que se presentaban como artesanas. Lo que descubrimos fue revelador: aunque muchas compartían una estética similar (madera, tipografías script, mensajes emotivos), solo algunas tenían verdadera esencia artesanal. La diferencia no estaba en cómo se veían, sino en cómo eran.
Las que sí lo eran mostraban transparencia total: obradores a la vista, procesos sin ocultar, producto sin disfraces. Las que no, compensaban con decoración: mucho discurso bonito, mucho “hecho con amor”, pero poca sustancia real. Aquí estaba la clave: para que Panadarío respirara artesanía de verdad, había que evitar el exceso de “marquismo”. Menos impostura, más honestidad.

Criterio propio
La respuesta al problema de lo artesano fue lo genuino. Panadarío no necesitaba parecer artesano porque ya lo era. Lo que necesitaba era una identidad que potenciara esa autenticidad ya presente en su ADN.
El concepto surgió de observar cómo trabajaba Darío: sin buscar reconocimiento externo ni aplausos, movido únicamente por la satisfacción de hacer las cosas bien, a su manera. No seguía tendencias ni criterios de marketing; seguía su instinto, su experiencia, su método. Hacía el pan que quería hacer, punto. Esa fidelidad a uno mismo, esa casi cabezonería constructiva, era lo que lo diferenciaba.
Criterio propio resume todo esto: la idea de crear sin condiciones, guiado por convicciones propias en lugar de expectativas ajenas. No es rebeldía gratuita; es integridad profesional. Es saber qué quieres hacer y hacerlo sin concesiones, porque solo así se obtiene algo honesto. Esta idea aguanta cualquier expansión del negocio y aleja la marca de los clichés sectoriales.




La palabra como identidad
La identidad verbal fue la base de todo el proyecto. Antes de diseñar nada, necesitábamos definir cómo hablaría la marca. Construimos una voz cercana pero parca, sensata pero con toques de ironía fina. Una marca que piensa antes de hablar y dice lo justo. Que no necesita adornar con palabras porque tiene hechos que hablan por ella.
Esta identidad verbal se tradujo directamente en la identidad visual. Si la personalidad de la marca era todo, la tipografía tenía que serlo también. Por eso la tipografía es nuestro principal recurso: capitular y pesada, generando una mancha compositiva potente e identitaria.
Dotamos a la marca de un sistema de ilustración playful y original que hace dos cosas fundamentales. Primero, convierte panes y bollería en personajes con patas, cuerpos y ojos, generando una narrativa visual inmediata. Segundo, aporta carácter y cercanía a una marca esencialmente tipográfica y minimalista, ganando expresividad especialmente en entornos digitales.





Digital: Tres clientes, una experiencia
El diseño web presentaba un reto particular: crear una experiencia coherente para tres tipos de usuario completamente diferentes. El cliente B2C que compra online desde cualquier punto de España y necesita un proceso de compra claro y fiable. El cliente de barrio que usa la web para reservar y recoger en tienda, buscando rapidez y comodidad. Y el cliente B2B (restaurantes, cafeterías) que hace pedidos recurrentes y necesita herramientas específicas de gestión.
La solución fue un diseño modular que adapta la experiencia según el tipo de usuario, pero manteniendo siempre la misma filosofía: minimalismo funcional donde el producto es absoluto protagonista. Porque el pan de Panadarío tiene que entrar por los ojos en pantalla igual que entra en el obrador. Fotografía limpia, espacios generosos, tipografía contundente y navegación directa. Sin distracciones, sin florituras. El diseño se aparta para dejar que el producto brille.

Reflexión final: El branding como ejercicio de honestidad
Crear la identidad de Panadarío nos recordó algo fundamental: el branding no es un disfraz. No es un ejercicio de estética ni una capa de pintura que aplicas sobre cualquier negocio para hacerlo más atractivo. El branding es una labor de profundización: bucear en quién eres realmente como proyecto, qué te hace diferente de verdad (no solo en el discurso), y encontrar la manera más honesta de expresarlo.
En el caso de Panadarío, la diferenciación no venía de inventar una personalidad ficticia, sino de amplificar la que ya existía. De convertir esa obsesión por los detalles, esa fidelidad al criterio propio, esa transparencia radical, en un sistema de identidad coherente y reconocible. De demostrar que puedes ser artesano de verdad sin parecerte a la postal de lo artesano.

¿Pero quién ha hecho esto?

Mariví Jiménez
Creatividad, diseño & ilustración

Jose Carlos del Pozo

Pablo Herrera
Daniela Santelmo
Diseño digital
Alejandro Herrero
Diseño & UX

Chema Puche (XTO)
Desarrollo ecommerce

Arantxa Moragrega
Analía Reyes
Diseño
Bondi
Fotografía & vídeos
